martes, 12 de febrero de 2008

El Infortunio acecha

Las sonrisas que me dedicaba el destino
se perdieron allá en el cielo de los muertos
cuando la libertad atravesó el tormento
en la frontera del más impenitente sino.

Mis mañanas están inyectadas en desilusión,
la luz no trae la esperanza de un día mejor,
sino la tortura de tener que vivirlo atento,
atento para no olvidar la muerte que grita como el viento
en las noches de tormentas embravecidas,
envalentonadas por el amor a las ensoñaciones infinitas.

En la noche, desearía estar descansando a la sombra
de la Luna, que con igual calma ensombrece
los cuerpos.

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